KARATE DO: EL ARTE DEL GOLPE DEFINITIVO O. . . UN CAMINO MUCHO MÁS GENEROSO

Por: Jean Carlos Simanca

Quien recuerda las palabras de los sabios y los poetas coincide necesariamente con la densidad de un sendero Propio “para que llamar caminos a los surcos del asar, todo el que camina anda como Jesús sobre el mar” (Machado).Sin embargo, hay quienes han dejado rutas milenarias de las cuales han quedado formas, secuencias y maneras que se hacen camino en la mente limpia de quien quiera hacerlas disciplina, esquemas propio e interminable combate intimo y personal en búsqueda del desarrollo y la realización.

En el transcurso por este tiempo que me ha tocado vivir, he tenido la suerte de tropezarme con semejante habitantes de este planeta, que haciendo suyas las maneras de otros, han creado un código propio que a su vez ha hecho escuela y camino ha seguir. Para mi fortuna el inventario es generoso, de cualquier modo y por cuestiones de espacio, haré corta la lista, auque sea injusto con muchos. Así que hablare de dos maestros que por su compromiso con el pensamiento, con el arte y su responsabilidad con los que son y los que vienen, dejaron escuela para quienes nos toco sobrevivirlos. el maestro José Ignacio Cabrujas (de quien todavía sus reflexiones sobre nuestro agitado país, son carne viva, de necesaria revisión) y el maestro Juan Carlos Yene, dramaturgo, actor indescriptible, maestro de actores y maestro de maestros; escuela viva en su decir y en la coincidencia de la palabra con la obra.

Ha estas alturas del discurso quien crea que a Jean Carlo lo perdimos porque ya se sentó ha escribir sus memorias, lamento desilusionarlos por que estoy en pleno camino y admirándome cada día con las sorpresas que me da la vida.

Hace un tiempo un sobrino mío que ocupa un lugar muy especial en mi corazón: con sus cortos cinco años para entones, se encontraba desconcertado y molesto con sigo mismo y por supuesto con el entorno, mostraba ataques de furia que distaban radicalmente con calidez afectiva, el cariño y buenas maneras de sus padres y las de los afectos que lo rodeaban. Pues bien, lo de esperarse, terapeutas, psicólogos, masajes y mas amor de los que lo amamos, hasta que una voz acerco la posibilidad del Karate Do (camino de la mano vacía). Extraño camino, de puños proyecciones y patadas, para quien la rabia lo consumía. Yo que había transitado por esa senda bastante tiempo atrás y aun sabiendo los beneficios sobre la templanza de mi carácter, temí que no fuera la mejor idea para un niño que tenia amenazada a la vida con su furia. No, me dijeron, este es un Karate de no contacto. Pues, me dije: Será una especie de wii, de Kumite cibernauta y lo deje de ese tamaño.

Tiempo después y luego de saber de los avances de Rafael Mariano tanto en su temperamento como en el camino deportivo de su Karate: converso con más detenimiento con Mercedes (la mayor de mi hermana mayor), madre del zagaletón que nos ocupa, y me cuenta que este pequeño cinturón marrón (para entonces, ahora todo un cinturón negro) compite combate y respeta a sus compañeros y a su vez es profundamente respetado; con mas espacio propio para el crecimiento y realización que para la rabia sorda, su antigua compañera.

Pregunte por su maestro, para ver si alguien me ayudaba a pelear mi propia pelea: el sensei Luis Reverón en Cagua, lejos, hasta para quien como yo vive en una carretera. Pero no te preocupes, me dijo Mercedes, mi sobrina, porque el maestro de maestro, el que ha sembrado esta tendencia de Karate formador y de alguna manera terapéutico, lo tienes en La Victoria.

Todo el planteamiento inicial de este testimonio, donde recordé e hice mención a hombres que con su vida han hecho honor a una forma de vida y que, de una u otra manera han abierto espacios para los que vienen, se hace necesario en este momento en el que regreso a las artes marciales y, que sirva para reconocer que soy un hombre afortunado. Mi primer maestro el shijan Marcelo Collaro quien me enseño en la humildad del cinturón blanco, la cualidad de estar siempre listo a empezar de nuevo tantas veces como fuera necesario. Y ahora con el Sensei Aurelio Santoro, (cuando ya pensaba estar muy viejo para la gracia) con quien he aprendido que el combate contra esos enemigos invisibles en un kata, no es otra cosa que la confrontación interminable con nuestras propias debilidades, aquellos fantasmas que nos amedrentan, contra los que el quijote se lanzaba con furia, enfilando su cabalgadura y lanza contra sus propios demonios

Así es el Karate de Santoro fiel a la tradición de la casa de Shoto: disciplina corrección, lealtad, e impecabilidad. Casa de amigos, de iguales, donde las marcas son una circunstancia, de lona blanca, y el cinturón es una esperanza negra para todos. Porque mientras mas pronto tengamos el kuro obi mas cerca estaremos del regreso al principio blanco, fuerza y quietud con sigo mismo. Blanco Sensei Santoro, tsuki no kokoro(una mente como la luna)

Con este testimonio quiero dejar un homenaje a los hombres que sin grandes estridencias, hacen lo que aman hacer. Así usted Sensei, formando hombres y mujeres con templanza, enseñando niños a combatir sus propias guerras para ser hombres de paz, y formando atletas que traigan laureles que nos ayudan a sentirnos orgullosos de lo que somos y de quienes somos, pero sobretodo Sensei Santoro, ciudadanos impecables, gente de mente calma y de pensar profundo. Una mente como el agua, sensei, mizu no kokoro.